Presentación

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viernes, 2 de diciembre de 2016

Lo que destruyen las máquinas


Lo que destruyen las máquinas[1]
Toda la valoración moderna del hombre primitivo se basa en esa idolatría de los utensilios, que es un gran pecado de nuestra civilización.
C. S. Lewis
Sea racional: use su intuición.
G. Zaid

Hay sólo una razón por la que las máquinas jamás podrán llegar a ser semejantes a los hombres: las máquinas jamás se podrán descubrir máquinas. Podrá algún programador hacer que bajo ciertas condiciones la computadora o robot, o ciborg, digan que son máquinas; por ejemplo si se le pregunta ¿Eres una máquina?, ella podrá contestar que sí. Incluso podría decirnos qué es una máquina. Pero es en ese preciso momento en que tendremos que admitir por ella su imposible libertad. Pues las palabras con que nos diga sí o no, son creaciones del hombre libre que quiere pensarse, sentirse, saberse, situarse, actuar y sobre todo, amar. Además, la máquina jamás (a menos de que la programen así) le agradecerá al hombre por haberla creado, como lo hizo el hombre primitivo a la naturaleza o las primeras culturas a los dioses y a Dios. En otras palabras, las maquinas no tienen consciencia libre de su relación con su creador.
Por otro lado, por más sueños apocalípticos que tengamos sobre la conquista de las máquinas sobre los hombres, no serán las maquinas quienes eliminen al ser humano, será el propio deseo de inmortalidad el que poco a poco vaya inhibiendo el deseo de actuar, de moverse, de sentir. Las máquinas no pueden desear nuestra destrucción. El único que puede desear y encaminar su deseo con pleno saber de sí, es el hombre, prueba de esto es la culpa y la gracia que él mismo reconoce en sus acciones, muchas veces antes de llevarlas a cabo. En todos los sueños apocalíptico-tecno-científicos (donde el fin del hombre es consumado por la inmortalidad de su creación –huella imborrable de su paso por la tierra) lo único que se nos presenta es el horrible deseo de descubrirnos homicidas a largo plazo… mas no por todo esto se satanice a la tecnología. Ella nos ha dado la oportunidad de pensar al hombre en relación al artefacto, así como de desentrañar nuestros deseos y pensamientos en la marea a que nos conducimos cuando nos abandonamos a nuestra creación. Por lo demás, el desarrollo de la tecnología en el área de la comunicación ha podido acercarnos más, romper latitudes, tiempos, unir fuerzas a distancia… la tecnología bélica también es necesaria, pues no todos son buenas personas. Lo malo es cuando estas herramientas caen en las manos de quien sólo se piensa a sí mismo siendo inmortal como máquina, y terrible (sensual y voraz) como bestia. Lo que arruina a las máquinas es el deseo de no cargar más con nuestra humanidad.  
Javel



[1] Corrección de mi ensayo Ser racional ¿Libre e inmortal?, publicado aquí con fecha de 26/02/2016,
Aquí sigo pensando la racionalidad técnica en relación con la idea de libertad que de ella he colegido, sólo que ahora con un elemento que a mí se me había escapado: la idea del yo.

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