Lo que destruyen las máquinas[1]
Toda
la valoración moderna del hombre primitivo se basa en esa idolatría de los
utensilios, que es un gran pecado de nuestra civilización.
C. S. Lewis
Sea racional: use su intuición.
G. Zaid
Hay sólo una razón por
la que las máquinas jamás podrán llegar a ser semejantes a los hombres: las
máquinas jamás se podrán descubrir máquinas. Podrá algún programador hacer que
bajo ciertas condiciones la computadora o robot, o ciborg, digan que son
máquinas; por ejemplo si se le pregunta ¿Eres una máquina?, ella podrá
contestar que sí. Incluso podría decirnos qué es una máquina. Pero es en ese
preciso momento en que tendremos que admitir por ella su imposible libertad.
Pues las palabras con que nos diga sí o no, son creaciones del hombre libre que
quiere pensarse, sentirse, saberse, situarse, actuar y sobre todo, amar. Además,
la máquina jamás (a menos de que la programen así) le agradecerá al hombre por
haberla creado, como lo hizo el hombre primitivo a la naturaleza o las primeras
culturas a los dioses y a Dios. En otras palabras, las maquinas no tienen
consciencia libre de su relación con su creador.
Por otro lado, por más sueños apocalípticos que tengamos
sobre la conquista de las máquinas sobre los hombres, no serán las maquinas
quienes eliminen al ser humano, será el propio deseo de inmortalidad el que
poco a poco vaya inhibiendo el deseo de actuar, de moverse, de sentir. Las
máquinas no pueden desear nuestra destrucción. El único que puede desear y
encaminar su deseo con pleno saber de sí, es el hombre, prueba de esto es la
culpa y la gracia que él mismo reconoce en sus acciones, muchas veces antes de
llevarlas a cabo. En todos los sueños apocalíptico-tecno-científicos (donde el
fin del hombre es consumado por la inmortalidad de su creación –huella
imborrable de su paso por la tierra) lo único que se nos presenta es el horrible
deseo de descubrirnos homicidas a largo plazo… mas no por todo esto se satanice
a la tecnología. Ella nos ha dado la oportunidad de pensar al hombre en
relación al artefacto, así como de desentrañar nuestros deseos y pensamientos
en la marea a que nos conducimos cuando nos abandonamos a nuestra creación. Por
lo demás, el desarrollo de la tecnología en el área de la comunicación ha
podido acercarnos más, romper latitudes, tiempos, unir fuerzas a distancia… la
tecnología bélica también es necesaria, pues no todos son buenas personas. Lo
malo es cuando estas herramientas caen en las manos de quien sólo se piensa a
sí mismo siendo inmortal como máquina, y terrible (sensual y voraz) como
bestia. Lo que arruina a las máquinas es el deseo de no cargar más con nuestra
humanidad.
Javel
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