Hoy miraba la ventana
y tras las oscura cortina
una uña delgada y fina
anunciaba la mañana
rasgando la casquivana
noche negra y seductora.
Así anunciaba la aurora
el rasguño de la luna,
metamorfoseando en cuna
lo que ayer fue mecedora.
En la cuna recostaba
sobre una sábana lisa
a la preciosa Artemisa
que, como siempre, invitaba
(diosa que a todos los salva),
(diosa que a todos los salva),
pa’ que no estuviera solo
al radiante dios Apolo.
En la cuna se mecían
ambos dioses y nacían
las nubes del viejo Eolo.
Talio
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