Levantándose las balas y los muertos
se levantan la ira y el desprecio
por la vida soez de poco precio,
van dejando los corazones yertos.
Lastimamos al bueno y al malvado,
al bueno con la falsedad sofista,
al malo con el odio moralista.
Sangramos nuestro corazón sangrado.
La muerte ya no salva nuestra vida,
sólo sacia las ansias de justicia
con una falsa voz y una caricia
que solo deja el alma deprimida.
Matamos al malvado sin reparo,
¿la muerte ya no es un suceso raro?
Talio
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