Presentación

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lunes, 5 de noviembre de 2018

La guerra eterna

Yo no quiero la paz, quiero la guerra,
quiero ser perdigón que se marea
para ir a la herida que se aferra
a sangrar en favor de la pelea.

Quiero ser la navaja que atraviesa
los luminosos charcos de la selva,
que corta con su filo la maleza:
para que al terminar a crecer vuelva.

Quiero que la explosión y los destellos
salidos del trinar de nuestra espada
nos calienten y ericen nuestros vellos.
Huellas heridas con cada estocada.

Quiero arrasar con fuego los latidos
sangrantes a raudales por tu pecho
y legarle la tierra a los vencidos,
la tierra donde surgirá el barbecho.

Quiero pelear por todos los confines
de los cielos, del mar y de la tierra.
Quiero que toquen todos los violines
anunciando que ya no habrá más guerra.

Quiero ser la batalla necesaria,
quiero ser el fuego que nos estalla.
Quiero ser en los labios la plegaria
que da fin para siempre a la batalla.

Quiero amar en la guerra y en la paz
y pelear por mi amor con mi atacante.
Desnudar mi corazón un poco más;
amar en paz es ser beligerante.

Glauco




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