Vi una mañana una mañana,
era otra, no la misma,
era una mañana soleada
haciendo en las gotas prismas.
La vi y no quise ver ya nada.
Fue en las mañanas un cisma.
Hacia el alto punto del día
el sol quemó mis pestañas.
Miré sin protección la vida,
sin experiencias extrañas,
la miré llena de armonía,
sin visiones que me engañan.
La luz iluminaba todo,
mi alimento y mi esperanza.
Ya no necesito mis ojos,
mi paso en la luz avanza.
Soy el rastrojo de un monstruo,
segado con luz de lanza.
Miré la noche en una noche
sin oscuridad ni miedo,
era una noche de derroche
de estrellas, de luz, de credo.
La vi y no sentí reproche,
sentí que todo lo puedo.
Y así vi el mundo novedoso.
Soy un hombre muy contento,
jamás me sentí tan dichoso.
Entre duda y pensamiento
se encuentra el Dios más amoroso.
Dios es todo lo que siento.
Glauco
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