Me quedo en la canción de la cigarra,
me quedo en el estanque congelado,
donde el paisaje siempre se ha bañado,
donde creció el cantar de mi guitarra.
Me quedo en el aliento de la prosa
que da la realidad a nuevos cuentos.
Me quedo en esa oncena de momentos
donde toda belleza se desglosa.
Me quedo con la lluvia que da forma
al cielo cuando deja nuestros pasos.
Me quedo avivando los fogazos
de un fuego que en la flama se conforma.
Me quedo para verlos ir al mundo.
Me quedo porque en su presencia abundo.
Glauco
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