Un beso y otro beso y otro beso,
se vierten sobre el suelo cual guadañas
que arrancan suspiros de las entrañas
del sentimiento del que vivo preso.
Los labios necesitan un receso
para poder mirar a las montañas
en donde han erigido las cabañas
de un beso y otro beso y otro beso.
Viviendo en las montañas soy dichoso,
lo soy por la eterna naturaleza
que miro en el descanso y el trabajo.
Tus besos son dolor y son mi gozo,
son noches de terror, días de belleza,
sin mirar hacia arriba desde abajo.
Glauco
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