No es el ego algo que importe,
pues yendo de sur a norte,
uno admira los paisajes
y cambia con tantos viajes.
Se deja el llanto en la vista
del resplandor amatista
que colorea el horizonte
hecho de cielo y de monte.
Se deja una pena amarga,
se deja y ya no se carga,
en los terrenos baldíos
de sentimientos sombríos.
Se deja un soplo de viento,
dejándonos sin aliento,
tras de un acto emocionante;
ya no somos los de antes.
Un beso todo nos roba:
las actitudes de moda
y las benditas pasiones,
nos roba los corazones.
Y así el ego se deslava
con cada acción que se acaba.
No vale vivir sufriendo
porque lo vamos perdiendo.
Vale más ver el ocaso
y ver el alma en pedazos.
Vale más ser el que ama
que el amado que reclama.
Glauco
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