Presentación

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lunes, 6 de mayo de 2019

La guerra de los sentidos

Me miras y te miro,
te miro y me miras.
Tu mirada da un tiro,
encendiendo la ira.
Mi mirada da un giro
y tu mirada esquiva,
arrancando un suspiro
y un poco de tu vida.

La guerra de los sentidos
pone a los ojos despiertos
a dudar si están dormidos,
si están vivos o están muertos.

Me hueles y te huelo,
te huelo y me hueles.
Tu aroma alza un vuelo
de espíritus de mieles.
Mi aroma arroja al suelo
para que tú no vueles
el tronco de un cabello
dónde sentarte puedes.

La guerra de los sentidos,
en una explosión de aromas,
quema los campos floridos
de sábanas y las lomas.

Me pruebas y te pruebo,
te pruebo y me pruebas.
Tu boca, fuego nuevo,
me desgarra y me quema.
Mi boca de mancebo
con una lengua nueva
te somete y te bebo
al fondo de mi cueva.

La guerra de los sentidos
cubre la lengua de ardor
y entre quejas y gemidos
grita poquito el amor.

Me escuchas y te escucho,
te escucho y me escuchas.
Tu canto es como un rucho
indómito que lucha.
Mi canto se hace mucho
en el silencio, y cruza
callándote al abuso
de mi grito que asusta.

La guerra de los sentidos
hace música en un grito
que asesina los oídos,
hace un silencio bonito.

Me tocas y te toco,
te toco y me tocas.
Tu mano desconozco
cuando toca mi boca.
Mi mano, como un loco,
golpea a tu boca loca,
y el mundo se hace rojo
desde tu boca roja.

La guerra de los sentidos
desgarra con cinco espadas,
es la vida y el sentido
de manos enamoradas.

La guerra de los sentidos
es contra las sensaciones,
es la guerra de los niños
que se convierten en hombres.

Glauco

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