Presentación

Presentación

sábado, 8 de junio de 2019

El pecado de la vida

Tengo hambre, tengo sed.
Aliméntame un poco,
ven dame de beber.
Llévate mi boca
a caminar con la gula.
No quiero saciar mi hambre,
quiero siempre de comer;
agua de ti, tuya,
beberme toda tu saliva.

Quiero mucho más de ti,
sé que tienes más ahí,
en el centro del volcán
dónde naces y naciste.
Dame más, quiero más,
yo sé que a eso viniste,
porque desde que te vi
ya nunca te fuiste,
ya nunca me iré de ti.

Deseo dormir por siempre
sobre una almohada caliente,
dormir sobre tu vientre
y por siempre descansar.
Estoy cansado. No sé,
no sé lo que será,
quizá es por el dolor
o quizá por llorar.
Duérmeme, mi amor.

Y cuando veo que te ven,
me arden las manos
convirtiéndose en puños.
Tengo envidia de algunos,
tengo envidia de todos
y al final no sé de quién.
De uno y todos los modos
me duele saber que hay otros
que te ven y no son yo.

Yo sé que parezco poco,
pero tú sabes muy bien
que estoy muy lejos de eso.
Te doy en un solo beso
lo que no te dieron cien.
Me enseñaste la maravilla
que soy y que puedo ser.
Me diste la semilla
de la soberbia de tu querer.

Voy a romperte el pecho,
justo sobre el corazón
y lo tomaré en mis dedos
para deshacerme de él.
Y voy a darte uno nuevo,
uno donde no me enciendas
esa ira llena de fuego
que bajo mis venas llevo.
La ira por ti me quema.

He perdido la cabeza,
he perdido la cordura
ante la naturaleza.
Llámalo estro o lujuria,
deseo o bestial furia.
Pero quiero comerte,
dormirte, amarte, tenerte.
Quiero hacerte el amor.
Quiero hacerte el amor.

Prefiero el pecado
a perderme en el cielo.
La vida vale algo
porque está tirada al suelo.
De ahí nace nuestra pasión,
del pecado de la vida.
¡Gracias a Dios por largarnos
del paraíso perdido!
Ahora sólo queda amarnos.

Glauco

No hay comentarios:

Publicar un comentario