Es de madrugada.
Sin ruidos y sin sombras
se pierden en la nada
las cosas que se nombran.
Una oscura espada
desangra la zozobra
y en la desesperanza
la oscuridad avanza.
Pasos agigantados
avanzan entre el miedo,
y los desesperados
ya no rezan el Credo.
Estallan los callados
en el espacio quedo,
su silencio nos quema
con cenizas de pena.
Fuego negro y frío
ardiendo en mi mirada
como un hondo vacío;
la nada congelada,
como un helado río,
baña la madrugada;
y yo aquí contemplando
la muerte centellando.
Glauco
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