Camina muy veloz pero sin prisa,
camina un paso firme pero extraño.
Su soledad no es la del ermitaño;
tiene más fe que la sacerdotisa.
El mundo lo recoge como vago,
lo cubre más que los enamorados.
Con la cabeza gacha cual colgado
oculta más de lo que sabe el mago.
En su camino sube cuando baja,
se tambalea en el pie del voladero;
cayendo hasta el final es el primero.
Es el más misterioso en la baraja,
aquel que va y desaparece pronto;
no existe nada que limite al tonto.
Glauco
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