Cuando viniste te habrías de ir
y en tu presencia y en tu partida
se hizo confuso poder vivir
porque no entiendo lo que es la vida.
Viniste a verme, también te vi,
pero la vista no es natural,
lo que hoy pudiese notarse aquí
sería imposible notarlo allá.
Abrí los libros, abrí las hojas
de los misterios y las verdades
con que me abrazas y me despojas
de las inquietas seguridades.
Un día fue luna y otro fue estrella
la luz nacida de mi mirada,
al meridiano nada centella,
estrella y luna van apagadas.
Con tantas luces me hiciste daño,
me revelaste el mundo secreto,
mundo inquietante, lugar extraño,
que se revela sitio completo.
Un mundo lleno de bien y mal,
de soledades y compañía,
de lo que sea, siempre da igual,
son vanidades nuestra alegría.
Historias nuevas que del pasado
surgen cual rosas y cual claveles,
son el perfume de lo olvidado,
aroma antiguo a clepsidra y mieles.
Si los amantes vieron tu cara
se dieron cuenta que sus amores
no son los fines que les depara
su historia llena de mil sabores.
Me has contagiado de vanidades
que se resumen en vanidad,
todo sucumbe ante las edades
y las edades no son verdad.
Que caiga el cielo y suba la tierra
hasta tus ojos que todo miran,
en paz inmensa o intensa guerra
pasa lo mismo: la tierra gira.
Gira a la izquierda o a la derecha,
y el giro siempre vuelve a girar.
No hay nada en esta creación malhecha
que haga posible poder dudar.
Con vanidades el mal trajiste
a mis anteojos y a mi cuaderno,
con tus misterios ¡qué mal me hiciste!
¡Estoy enfermo de un mal eterno!
Andan sin rumbo mis pobres pies
y sin sentido labran mis manos
sobre el dictar del Eclesiastés
que no ha dictado andares humanos.
Me duele tanto haber leído
el libro antiguo del testamento
que el estar vivo lo ha convertido
en sinsentido, y en él tormento.
¿Tiene sentido el tormento mismo?
No creo que tenga sentido alguno,
pues con la muerte de Jesucristo
siguió el pecado de todos y uno.
Ese pecado ya no era muerte
sino era vida. La vida eterna
es para todos la misma suerte
hayan tenido o no alma buena.
Y en mis pesares y sufrimientos
creo que tampoco hay mucho sentido.
Viniste a mí con todos tus cuentos
para contarme por qué estoy vivo.
Y sigo triste y sigo enfermo
por no saber a lo que viniste,
con tu llegada te hiciste eterno
y de mis ojos nunca te fuiste.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario