¡Qué estoy triste y con los ojos
enjugados en la inocua
fortaleza de los otros,
contagiada de manera loca
a mi corazón por siempre roto!
Incomprensible tristeza
que en las pestañas del triste
tu ser brilla y embelesa,
pero en el otro no existe.
Lo incomprensible nos pesa.
Has besado mis respiros
para volverlos sollozos.
Has besado al llanto vivo
que resbala por mis ojos
volviéndolo en alaridos.
Vienes y haces de la vida
un tropiezo duradero.
No quiero que seas mi amiga
ni estar por siempre en suelo.
Quiero dejarte tendida.
No sirve decirse triste
porque quien llora no tiene
consciencia de lo que dice.
Las tristezas van y vienen
pero en el triste persisten.
¡Qué estoy triste y con la boca
hecha un lamento perenne,
diciendo en verso y en prosa
que la tristeza me tiene
caminando en una fosa!
Glauco
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