Tengo los cantos llenos
de saliva en la garganta;
el canto que se levanta
cada vez se hace más pleno.
Canta en mi nota la abeja
y en mis piernas el tambor
del camino es el temblor
del zumbido y su compleja
melodía de obra y amor.
Canta la lluvia al caer,
al caer y hacer un hueco
en el amplio campo seco.
Canta mi voz al llover
y cada gota es un eco.
El eco llena mi canto
de laderas y colinas.
La voz nunca desafina,
por este mundo camina
y nunca toma descanso.
Canta el ciclón en lo eterno
que dura sólo un momento.
Cuando se disipa el viento
lo infinito y su gobierno
hacen del ciclón un muerto.
La muerte canta escondida
y escondida no se escucha.
La muerte se vuelve mucha
cuando de cantar se olvida
para que cante la vida.
Muerte y ciclón en mi boca,
abejas, lluvias y vida
son el canto y maravilla
que en la voz se vuelven roca.
Glauco
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