Perdóname, mujer, porque no siento
las venas contraerse cuando mueres.
Perdóname por no saber qué quieres.
Perdóname por el mundo violento.
Todavía me pregunto en qué momento
murieron tantos inocentes seres.
Cualquier respuesta el corazón me hiere;
nada responde a tu falta de aliento.
Y yo no sé qué hacer para cuidarte,
pues el rencor en ti grande se ha vuelto.
En el rencor todo perdón se ha muerto.
Y ya no hay nada que yo pueda darte.
Y ya no hay nada que quieras pedirme.
Si tú te vas también tendré que irme.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario