La vida debe tener un sentido.
Ir de la tierra al mar de las estrellas;
ser seres de memorias y centellas,
hacer un enemigo del olvido.
La muerte es ilusión. Somos reales.
Somos la eternidad de nuestra imagen.
Viajamos para que los otros viajen.
Somos distintos y somos iguales.
Pero no nos convence ser cualquiera,
ser una vida simple y sin verdad
que en la mentira pierde eternidad.
Nadie quiere ser vida pasajera,
efímera, pobre, insignificante.
Queremos ser deidades centellantes.
¿Cuánto vale el eterno sacrificio
de dar todo para la eterna esencia?
¿Qué valor tiene el don de la consciencia
que nos hace marchar a nuestro juicio?
Ser moscas en el sol, hombres sencillos,
parece ser más fácil, más valioso.
El hombre es simple y es indecoroso
querer rociarlo con extraños brillos.
Sin vistas de lo eterno, sin lo innato
de las ideas de Dios y lo perfecto
sabríamos convivir con el defecto
de desaparecer en este ingrato
destino alegre y sin la salvación.
Ser simples en verdad es tentación.
Glauco
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