Si puedes dar la mano
a cualquiera que pasa,
ofrecerle tu casa
y pensar que es tu hermano…
Si puedes ofrecer
regaño hecho caricia,
tu opinión con justicia,
tu lengua sin doler…
Si evitas diferencias
que no te dejan ver
más que las apariencias
y conoces el ser…
Si lloras porque sabes
qué se siente la muerte;
puedes también ser fuerte
en situaciones graves…
Si levantas la vista
para ver el ocaso
y detienes tu paso
por respeto a la pista…
Si le tiendes ternura
al que vive con pena
y una caricia buena
te arranca la amargura…
Si después de escuchar
sabes bien distinguir
lo que debes decir,
lo que debes callar…
Si le das al mendigo
un lugar en el mundo,
se vuelve vagabundo
y te vuelves su amigo…
Si puedes ver el cielo
sin perder el camino
y miras el destino
como huella en el suelo…
Si te acabas la vida
sin morir ni una vez
y todo lo que ves
es la vida vivida…
Si ves a tu mujer
y quieres ser como ella,
te vuelves mujer bella
queriéndola querer…
Si el halago te invita
a aceptar tu valor:
no ser peor ni mejor,
ni ser ego que grita…
Si todo lo que crees
no se convierte en ley
y no quieres ser rey
sino ser lo que ves…
Si no pones tu brazo
sobre el hombro del frágil
y sabes que no es fácil
aligerar su paso…
Si no lloras la pena
del que enjuga su llanto
y le ofreces el manto
de una palabra buena…
Si no ves al que es menos
como a aquel que es igual,
no estás haciendo el mal,
tampoco nada bueno…
Si alejas al malvado
pero no suficiente
para no ser valiente
y no ser humillado...
Si al malo das perdón
y lo dejas ser bueno,
dejas que caiga un trueno
sobre el mal sin razón…
Si no das el asiento
pero das lo que quieres
y por vivir te mueres
con tal de estar contento...
Si te sientes completo
sintiendo en ti el amor
y en todo ves valor,
tú vives con respeto.
Glauco
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