No me pregunto si tengo mala suerte,
ni me pregunto si anda tras de mí la muerte.
Sólo miro arriba como una baraja inerte,
miro al horizonte y mi mirada se convierte
en una llama tenue del faro de Alejandría,
que vive y resplandece para poder ser tu guía.
Y vayas hasta mí, y estando allí te vuelvas mía.
Seamos uno solo, un fuego en armonía.
Siendo los dos lo mismo,
el brillo al fondo del abismo,
la vela a lado de una cruz,
inventaremos la luz.
Siendo los dos lo mismo,
un engaño, un espejismo,
siendo tus mis mis tus,
inventaremos la luz.
Pero irremediablemente la mala suerte llega
toma el cubilete, los dados y juega;
baraja entre nosotros y al movernos nos segrega.
Y estando lejos tú de mí esta llama se sosiega.
No quiero estar a expensas del soplido del viento
porque a veces el soplo vuelve el fuego violento.
Quiero que estemos juntos en cada movimiento,
que seamos esa luz que se llena del aliento.
Siendo los dos mismo
brillaríamos en el abismo,
compartiríamos la cruz,
inventaríamos la luz.
Siendo los dos lo mismo,
un engaño, un espejismo,
siendo tus mis mis tus
inventaríamos la luz.
Glauco
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