Quisiera que los astros te digan del abrazo
que crece aquí en mi pecho dejándome un pedazo
del sol que nace diario y muere en el ocaso,
como lo nuestro nace y muere en tu regazo.
En tu regazo hay una fructífera colmena
que a veces se desborda de miel sabrosa y buena
y a veces se reseca en zumbidos de pena.
De penas y dulzura la boca mía se llena.
Escojo sobre el dulce la pena del congojo
porque aunque esté contigo a ti jamás te escojo
porque tú no me escoges. Así nace el enojo
que mata mis latidos y de ellos me despojo.
Despojado del dulce dolor de tu presencia
la luz es un invento y en su luminiscencia
yo miro todo nuevo sin pena y sin dolencia
porque esa luz sí es tenue en vida y en esencia.
Inventaré la luz para no estar oscuras,
para no ser un monstruo nacido en la amargura
de tus inexperiencias, tu juicio y tus locuras.
Inventaré una luz verdadera y madura.
Inventarás la luz para sentir que sigues
adelante sin mí, porque sin mí ya vives.
Inventarás la luz para que no te obligues
a ser sin mí otro monstruo y de vida no te prives.
Glauco
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