A veces hay en el cielo algo que ver
y no volteamos.
Por la vida nos vamos.
Pasamos
de largo entre el mañana y el ayer.
Pasamos pensando que estamos
solos,
pero lo que no pensamos
es en todo…
En todo lo que no es nuestro,
como si la flor no fuera
bella siempre,
como si el ser bella
dependiera de la gente
y no de ella que delicadamente
nos enseña
lo que es.
Pensamos en soledad
porque acompañados
la vida se vuelve verdad,
porque hemos olvidado
que el sueño es todo lo dado
para poder despertar.
Y hay una fuerza que no entendemos,
como el zumbar de un mosquito
al que matamos,
pero está ahí
en todos nuestros pasos,
en todo lo que vemos,
en todo lo bonito.
El mundo es tan bonito en compañía.
Es una danza de amigos y amigas.
Es un canto de dolor y de alegria.
Es un lugar de muerte
disfrazado de caricia,
y no es determinante
la muerte cada día,
Es tierra de la vida.
Se calla el egoísta
y cuando estalla grita.
Que venga la mano del amigo
y como abrigo
en el invierno frío
le pida
que deponga su grito
y que resista
porque no está solo,
está, como todos, vivo.
El llanto de los niños no es perenne,
pero ha existido guerra eternamente.
Aún no sabemos qué duele
porque buscamos adentro,
buscamos lo que nadie puede:
palabras de aliento,
el tono más tierno
para decir "te quiero".
Y por eso el llanto vuelve
y la guerra no se acaba.
Y por eso mismo el llanto llueve,
y el mundo se ama.
Vivir para nosotros es bastante,
pero vivir para otros
es maravillante
porque no estamos solos.
Glauco
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