Siempre sentimos miedo junto al otro,
pero en la soledad siempre hay dolor.
Las lágrimas surcan en nuestro rostro
el alma en donde nace nuestro amor.
Es nuestro amor recién nacido potro
cabalgando entre el duelo y el temor.
Es nuestro amor el campo de la vida.
Es nuestro amor el hambre y la comida.
Más que sentir dolor, sintamos miedo;
el miedo de perder lo que se ama;
de dar por nuestra patria más que un dedo;
a ser un juego vacuo en una cama;
miedo de ser la parra del viñedo;
miedo a ser asesino de una dama.
La soledad nos sume en el dolor.
La tristeza nos pare en el amor.
Pedimos la verdad, mas la mentira
nos da oportunidad de perdonar,
de poder rechazar dolor e ira
y poder ofrecer dicha y verdad.
Por otro, siempre en otro, se suspira.
Por otro se conoce el verbo amar.
Y aunque el amar nos llene de tristeza,
también nos llenará de fortaleza.
No somos huérfanos ni somos solitarios.
No somos habitantes del olvido.
No somos nombres en los obituarios.
No somos exención del ciervo herido.
No somos judíos solos, legendarios.
No somos tesoro que está escondido.
Somos verdad y miedo, somos todo,
y porque somos nunca estamos solos.
Glauco
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