He visto demasiadas damas bellas,
de las que son duraznos de piel tersa,
lloviznas finas de nubes perversas,
cocuyos envidiados por estrellas;
son días eternos en el calendario,
sonrisas, pieles, pechos y virtudes;
son en la vida caricias de aludes,
rosa del mundo, pasión y sagrario.
He visto y quiero ver eternamente
a todas esas damas de infinito
a salvo de la sangre y de su grito.
Son en el mundo todo fuego ardiente,
toda fruta de vida y de pecado,
son vida que miré y siempre he mirado.
Glauco
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