Encendí tu amor como una fragua.
Desarmé tu fe cual margarita.
Me bebí tu piel cual vaso de agua.
Te toqué como ola que se agita.
Hilvané tus dedos con los míos.
Aspiré tu voz con sólo un beso.
Hice de tu ser mis desafíos.
Saboreé la miel en tu embeleso.
Y te vi,
te vi como nunca a nadie vi.
Con algo más que los ojos,
con algo más que razón.
Con algo más te miré
y tu imagen
ya nunca más se me fue.
Eterna es la compresión
del dolor y del amor.
Hilos, aire y laberinto
son la base del recinto
donde la miel sabe a nada,
donde la mar agitada
destruye a la margarita
y esa flor que se marchita
es el fuego que me quema
en los versos de un poema.
Y te veo,
te veo como nunca a nadie veo
Con algo más que los ojos,
con algo más que razón.
Con algo más te recuerdo;
me encuentro,
me encuentro y luego me pierdo.
Glauco
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