¿Habrá algún día donde los hombres lloren
porque llorar es todo suyo
y no tendrán más vergüenza de aceptarse
en lo que son, cómo son y cómo fueron?
¿Y en su llanto encontrarán
un poco más del misterio
que llevan desde el comienzo,
oculto entre sus sonrisas,
visiones y economías?
Hay tantos hombres que lloran y se ocultan.
Ocultan el dolor de las ausencias
y las convierten en ganancias.
Ocultan lo feroz de la lascivia
y la transforman en ansias.
Ocultan el amor que los vulnera
convirtiéndolo en desgracia.
Esos hombres hacen del llanto
una asesina navaja.
Justificando la guerra
las lágrimas se hacen balas,
perforan los corazones,
los labios y las pestañas.
El dolor es alimento
para el mal que se edulcora,
para que todo el que añora
un poco de bienestar
haga parecer verdad
el daño y la perversión
de hacer de lo que es lo que no es;
convertir en armas manos y pies;
convertir en pozo seco al corazón;
transmutar en conveniencia a la razón;
hacer de la búsqueda del bien estrés.
El dolor no es más de lo que es.
El dolor es el llanto
y el llanto viene en nosotros
como nos viene el aliento,
como nos viene el encanto.
Todo nos viene de adentro.
Todo nos viene de afuera.
Negar todo lo que viene
y dejarlo en la rivera
tan sólo habrá de matarnos
y en vapor nos perderemos.
Somos lágrimas y océano.
Somos destino en la mano.
Somos este llanto humano.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario