Cuando nacemos hay llanto
y cuando llega la muerte
llanto nace.
No hay nadie que sepa en cuánto
tiempo cambiará esa suerte
que deshace.
Pero es entre llanto y llanto
que conocemos la risa
de la vida.
Vivos nos reímos tanto
que inventamos la sonrisa
de la herida.
Y como siempre lloramos
y siempre también reímos,
¡que no acabe!
Nadie sabe lo que amamos
y también lo que perdimos,
¡nadie sabe!
Glauco
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