La voluntad se labra en la palabra
cuando al hablar se vuelve volitivo
el oscuro deseo de seguir vivo
y en él la vida misma se nos labra.
Decimos tanto en tan poco discurso
como vivimos tanto en poca vida.
Por la palabra nunca se suicida
quien habla y al hablar sigue su curso.
La voluntad de hablar es el sustento
de todo lo vivido en este mundo
sin importar si es vacuo o es profundo.
Es la palabra el verdadero aliento
de vida, de experiencia, de camino,
del hombre que se encuentra en lo divino.
Glauco
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