Se llenaron los campos de amapola
de una llama que todo distorsiona.
Entre el fuego aparece tu persona
y me lleva a otro campo diferente.
Ese campo te tiene a todas horas
encendiendo una llama que no quema
y que da su calor a mi poema;
eres mi combustible y comburente.
Eres imagen fresca que me enciende
en los ojos un faro de centellas.
Llueve fuego, también llueven estrellas
donde quiera que miro y tú te encuentras.
Son mis ojos de fuego o llevo fuego
en los ojos a cada que te veo.
Son mis ojos copias de Prometeo
y tú eres el águila que te adentras.
Glauco
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