Un monje en lo más alto de los cielos,
en vela, va cuidando tu ventana.
Del monje tengo envidia y tengo celos
porque de mí la luz no se desgrana,
ni llega hasta tu lecho, hasta tu suelo,
ni alumbra tu soñar hasta mañana.
El monje mira dentro en tu aposento
y yo sólo lo miro como un cuento.
Al monje rezo y vuelvo mensajero
de todas las pasiones que me embargan.
Le pido que te diga que te quiero,
que frente a ti las penas se descargan,
que siempre, siempre, tú eres lo primero,
que tus dientes que muerden no me amargan.
El monje va y te dice que te amo
y por tu amor, nocturno, siempre clamo.
Tú miras a ese monje y él te mira.
Tú miras hacia el cielo y yo te miro.
El frío sobre tu nuca va y respira
y en tu febril recuerdo yo suspiro.
La noche a mis amores va e inspira.
La noche junto a ti es a lo que aspiro.
Mirando justo ahora hacia la luna
descubro en ti una luz como ninguna.
Glauco
No hay comentarios:
Publicar un comentario