Pobre del martillo, golpea su cabeza
mas ninguna idea por allí atraviesa.
Él no hace la silla, él no hace la mesa,
es del carpintero sólo una herramienta
para que él construya lo de su cabeza.
Pobre la cuchara, nunca come nada,
ni el fondo del plato, ni la simple nata.
Ella no conoce qué es estar saciada,
es utilizada por quien sí se sacia,
por quien deja el plato repleto de nada.
Pobre contrabajo, su voz es macabra
para quien lo escucha sin una guitarra.
Él solo no dice, él solo no habla,
él sólo tremula las cuerdas que arrancan,
a quienes las oyen, pasiones macabras.
Glauco
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