Atérrame el silencio de la noche sombría
porque no oigo al villano ni al milagro divino
y no puedo saber si oiré la melodía
que envuelve en su belleza el cielo matutino.
Las palomas calladas sin cucurrucucú
son imagen del vuelo que nunca se levanta
y por antonomasia el silencio no es tú,
mas si viene de ti la esperanza me arranca.
Le temo a tu silencio porque no dice nada,
no dice si me odias o si acaso me amas,
y me hace sentir mi palabra olvidada
como carta de amor puesta bajo la cama.
Quizá sólo por eso no me callo jamás:
le temo a que ese miedo se pare frente a ti,
no quisiera que sientas lo que sin querer das
ni que sufras lo mismo que al callarte sufrí.
Glauco
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