Se sentó la señora en la banqueta
a esperar los alientos de sus pies,
mientras miraba ser lo que no es
surgió en ella la fuerza del poeta.
A sí misma se dijo que el asfalto
era un lienzo de historias platicadas
por los pasos, los pies y las pisadas
del humano (su paz, su sobresalto).
En el mundo encontró la inspiración
para hacer de los cielos una manta
y su mente la voz de su garganta.
De pronto por allí pasó el camión
convirtiendo en humano lo divino.
La señora siguió con su camino.
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