Adornadas las paredes
con naturalezas muertas
y fotos de los ancestros
vemos tejerse las redes
de nuestras venas abiertas
y los sentimientos nuestros.
Almorzando los remeros,
los discípulos cenando,
en ayunas el abuelo.
La pared es clavijero
de nuestro gusto vagando
entre la tierra y el cielo.
Recuerdos y calendarios
penden, como Jesucristo,
de los clavos y la fe.
Podemos ver un muestrario
de lo que pocos han visto
colgado en nuestra pared.
Glauco
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