Hincado ante la imagen de San Pablo
le pido a Dios la lucha del valiente.
Aunque no soy muy fiel a Dios le hablo,
no importa que no exista y no conteste.
De fe, guerra y silencio está mi voz
vestida cuando rezo ante la imagen.
De fe, guerra y silencio grito a Dios
para ver algo más que sus paisajes.
Pablo no fue cegado, fue el caballo.
Aunque Pablo no viera habría seguido.
El animal fue pieza del desmayo
del despertar de un hombre convertido.
Igual que Pablo busco la agonía
de aquel caballo en el que voy montado.
Hincado afuera de la sacristía
hablo con Dios y Dios está callado.
Glauco
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