Amoroso batallar
es el de los pedigüeños.
Se convierten en los dueños
del camino y del andar
(lo hacen sin acaparar)
y aunque pa' vivir estiran
la mano ellos sí nos miran
con gran lujo de detalles.
Gracias a ellos las calles
de toda ciudad respiran.
Glauco
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