Si yo hubiera querido ser supremo
a la vana lectura del sagrado
libro me habría adherido y ahí dejado
mi barca, mis relojes y mi remo.
Si yo hubiera querido ser más hombre
que el hombre que camina justo al lado
me habría vanagloriado del pecado
que cometí y cometo por mi nombre.
Igual que el grácil gato del rabino,
en el perverso suelo imaginado,
me miro, me miraba, me he mirado
en un lugar lejano, me imagino.
Al paso de los años, de las eras,
las voces del error me han convidado
a no llorar, que así no crece el prado
ni el mar ni el cielo ni la enredadera
ni el fuego de la boca y de los ojos,
mas en el crecimiento me he encontrado
sin ojos y una lanza en mi costado
que me hacen, a los cuervos, un despojo.
Si yo hubiera querido ser supremo
me habría adherido al fin del sexto grado,
que al paso de los años me he quedado
en un tibio lugar al que no temo.
Glauco
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