Perseguido por llanto desdichado
vaga el hombre a la sombra de la historia.
Se desvive en la ausencia de la gloria
y revive en presencia del pecado.
Una vez perseguido, aprisionado.
La prisión para el hombre es más que el hombre:
aspirar a aspirar el magno nombre
que al decir a sí mismo se ha creado.
La tendencia hacia Dios es punitiva.
Ir a Dios, en verdad, es el castigo.
Ser con Dios es amar al enemigo
aunque en el enemigo la ira viva.
¿Y por qué alguien querría ser el perfecto
si es el hombre perfecto por defecto?
Glauco
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