El sol siempre amanece cuando cruzas
el laberíntico iris marmoleado
de todas las imágenes que usas
para dar con el mundo profanado.
A ser mi sol, a veces, te rehúsas
y otras veces eres el día
soleado.
Me miras transformarme en
minotauro,
en ángel, en un Gólem que restauro.
Te siento como miles de pirules
rodando en espiral al bautisterio.
Te miro con mis párpados azules
llorando las minucias del
misterio.
Oculto tras persianas y baúles
espero por tu amor en cautiverio.
Confuso y misterioso he
perseguido
la vida que he en tus venas he
sentido.
Glauco
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