Albor enmudecido por las luces
de leña, de la eléctrica corriente,
te pido que te muestres y te cruces
por todos los recodos de mi mente,
en ti me encuentro el eco que produces
en las vacuas pupilas de la gente.
Eres la luz que anhela todo el mundo:
trescientos mil ka-eme por segundo.
Se escapa toda luz de nuestros ojos
al confundirse el brillo colorado
que viene a nuestro rostro en los enojos,
las penas, las vergüenzas y el arado.
La luz no tiene llaves del cerrojo
de aquella puerta que le hemos cerrado,
la luz se posa en una sombra vaga
sobre lo humano que llamamos llaga.
Glauco
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