Trazos hidrogenados suspendidos
entre el gris del asfalto y el del cielo
pintan el porvenir de los sonidos
nacidos en el choque contra el suelo.
Miles de agujas, miles de vestidos,
condensan en los vientos el deshielo;
el cuadro del suspenso nos diluvia;
¡pobres!, nos es ajena toda lluvia.
No hay lluvia que no baile en el suspenso
previo a la gravedad. Somos testigos
del diminuto río que vibra intenso
entre tallos de humanos y de trigos.
La lluvia es gen del fuego del incienso,
mojando igual a amigos y enemigos.
Viene y se va entre la mañana rubia,
viene y se va la vida con la lluvia.
Glauco
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