La pena labra cristales
que al soplo se desvanecen.
Entre amores genitales
los cristales palidecen,
del mal de los animales
gotas de instinto se mecen.
El que se roba una rosa,
el que tortura un paisaje,
el que asesina una mosca,
el que destila un estanque…
Todos ellos se sonrojan
y aprenden a avergonzarse.
Tímida flor que baila entre los dedos;
tímido “adiós” oculto en verborrea.
En lo confuso viven los enredos,
al parecer vienen con la marea.
Glauco
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