Sardónico, el perdón, sonríe al que espera,
sin mérito ni afán, ser perdonado.
Perdona el justo juez que ha declarado
que viva el acreedor y el otro muera.
Sólo perdona el sabio apologeta
a aquel que, en su mirar, se lo merece,
En el perdón el olvidar no crece;
perdón, mas nunca olvido, es la receta.
No hay un perdón que viva por sí mismo.
No hay nadie, por sí mismo, que perdone.
No hay nadie que, con el perdón, razone.
Apología y bondad son espejismo
de la vacua e indómita razón,
el verdadero sueño es el perdón.
Glauco
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