se hallaban impasibles las sirenas,
sus voces con disfraz de voces buenas
hacían sexo y placer de los cantares
Las melodías lazaban los collares,
igual que el mar se laza a las arenas.
Ulises amarrado a las cadenas
lazó sus tentaciones y pesares.
Silencio se escuchó por la cubierta
de cera en los oídos de Odiseo;
la misma astucia descubrió a Proteo.
Todo es una cuestión de mente abierta.
Sirenas tararearon en el cencio
o tal vez no, quedaron en silencio.
Glauco
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