del alma proyectada en sus aullidos.
Aléjate del rezo de los vivos,
la hipócrita condena por los muertos.
Aléjate del vaho del cementerio,
de la falsa esperanza del olivo.
Aléjate del íntimo suspiro
que muere allá en los cerros, tras el eco.
No hay más que este dolor, esta desgracia.
No hay más. No hay nada más. Nada infinita.
Acércate al camino de la vida,
sin cielo, sin Mictlán y sin Valhalla,
sólo con la sonrisa inoportuna.
Acércate a vivir la vida pura.
Glauco
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