En los juegos de la infancia,
entre las hojas caídas
(danzas y alas divertidas),
se aminora la distancia
entre el baile y la fragancia
de la vida. Ese candor
del juego llama al calor,
al recuerdo, a la esperanza.
La vida es una alabanza
que siempre canta al amor.
Glauco
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