Soñando con ser infante
me olvido de ser adulto.
Hay un estandarte oculto
en el corazón gigante
del niño, eterno parlante.
Los grandes hablan muy poco
y del escuchar tampoco
son entes muy destacados.
Sueño andar por todos lados
como el infinito loco.
Es onírica la infancia:
ama, juega, come y llora;
lleva fe en su cantimplora
para acortar la distancia
entre sí y sin arrogancia
convierte al malvado en bueno,
en medicina el veneno,
la querencia en esperanza
y el grito en pura alabanza.
Es el sueño más sereno.
Metáfora son los niños
de un mundo bello y sincero.
Son infantes los "te quiero",
los regalos, los cariños,
las sospechas y los guiños,
los vinos y los abrazos,
las fieras y sus zarpazos.
Siempre es un niño el amor,
es un intenso rubor
que vuelve rojos los pasos.
Glauco
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