De viaje en el metro
Esas estructuras que van formando columnas de diamantes negros, se alzan como torres, te resguardan de la periferia que es tiniebla, incertidumbre, que es imprecisión. Detrás de esa superestructura estás tú...
Como si la realidad pesara, abrigadora. Como si el propio ser se hiciera tangible, puedo sentirlo como una película que envuelve cada espacio de mi cuerpo con sus estrictos centímetros de espesor. Lo siento inundado mis oídos con su espesura. Me percato por primera vez de la sutileza de la realidad, el GRAN peso de la realidad. Y, cuando siento el Universo volcarse sobre mí, levanto los ojos y noto el vaivén de la gente pueril, sin misticismo. Formando una masa heterogénea y gris, dejándose arrastrar. Con su aura de hastío apenas se percatan de que el camino es en dirección contraria a todos ellos. El espesor de mi ser, como una nube autómata, me guía hacia una esquina del espacio-tiempo...
Jugar a detener el tiempo, jugar a manipular la concepción de detener el tiempo, como si realmente pudiéramos acceder a un conocimiento tan puro, como si pudiéramos tan siquiera conquistar la idea, ¿cómo nos atrevemos a jugar con él? Incluso, algunos creemos que se puede transgredir, manipular, subjetivizar, interpretar, comunicar, comprender. ¡Aguarda! ¿Han notado ellos las vibraciones?, ¿se han percatado de como todo brilla, vibra y está conectado? Todo está tan conectado, no obstante, a los ojos no infectados de curiosidad les parece estático, siempre en sombras. Mientras tanto voy observando la rutina, la miseria, el caos, lo más deshonesto y agonizante de nuestra condición y me fragmenta pensar que todo pertenece a un mismo orden. Pero, ¿jugar con el tiempo? !qué sensaciones! Cuan ansioso estamos de sentirnos divinos, de creer que podemos manipular el mundo.
Están ya dadas aquellas relaciones, relaciones que como telarañas imperceptibles nos comunican con todas las cosas en este mundo posible. Voy caminando por este sendero dictaminado por esas invisibles conexiones que huyen a mis sentidos... Los hechos en el espacio lógico son el mundo... Escucho sus voces y sus movimientos, veo las pequeñas estelas que van dejando. Siguen caminado sin dirigirse siquiera la mirada. Ignoran los vínculos que los atraviesan como transparentes lazos magnéticos y les relacionan a todo, formando un enorme circuito, eso que llamamos mundo.
El circuito, aquella magnánima red, se va reduciendo. Se va apretando el tejido de esta telaraña hasta concentrarse en un sólo instante, este instante. Creemos que es una coincidencia, ignoramos las relaciones que nos trajeron aquí, y a esa ignorancia le llamamos azar. Y ahí está llegando como un orgasmo creciente, voluptuoso y taquicárdico. Al fin coincide, formando lo que llamamos "sentido de la vida", "ese momento decisivo". Entonces cada paso, cada decisión, cada "improvisación" cobra sentido. Al intentar ser rebeldes, huir de todo orden ya establecido, sólo logramos vanagloriarlo, reafirmarlo más. Y, ahí te encuentro. Encontré a tu yo real, no a tu yo que mantuve cautivo en mi consciente (que a veces se hace llamar inconsciente), sino al verdadero, a tu yo representado en el mundo real, y cuanto lo lamenté.
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