Dentro de la
cabeza de cada persona se encuentran encerrados un sinfín de pensamientos,
sueños, ilusiones y metas. Cada uno de los que habitamos la tierra, nos dirigimos
hacia un lugar predilecto. Cada persona busca lograr sus objetivos. Pero el
gran dilema radica en cómo conseguir eso que deseamos.
Yo me consideró
un individuo promedio. Cada día trascurre igual. La rutina me parece algo
tedioso, pero no puedo dejar de seguirla. Mi mundo únicamente se centra en
encontrar las palabras precisas para no meterme en ningún problema y seguir
existiendo. El lograr vivir modestamente, poder ser un hombre que no luche con
las otras personas y pueda en un futuro mirar atrás y saber que su vida no fue
tan mala es mi meta.
El trabajo al
que tanto tiempo le dediqué, y que tantas ilusiones me llevó a forjar. Hoy se
ha vuelto una constante lucha. Lucha para no abandonarlo. Esto no significa que
sea un trabajo que no me guste, es sólo que me he dado cuenta que cuanto más me
sumerjo en la redacción y corrección de historias, voy perdiendo la mía. La
vida que voy creando… me roba mis días.
Cada persona
puede decidir en que enfocar su esfuerzo, elegir cuál es la carrera que más le agrada,
el problema surge cuando la realidad supera a la ilusión. Es entonces que la
rutina se apodera de todos nuestros pensamientos. Tengo la esperanza de poder, en
algún momento, dejar de lado estos pensamientos y volver a disfrutar como tiempo
atrás, la alegría de una nueva frase, de un nuevo personaje, de una idea pero hasta que no pueda
lograrlo, tendré que seguir compartiendo
mi mediocridad.
El escritor se
hace a sí mismo y crea mundos hermosos, crea nuevos pensamientos, inserta su
pensamiento en los demás, aún cuando él mismo no esté completamente seguro de lo que dice. Pueden existir personas
que se enamoren de aquellos hombres que moldeamos,
pero la gran muralla con la que nos topamos la mayoría de los que escribimos y
soñamos, es que el mundo real no puede ser tan perfecto. Que por mucho que
plasmemos nuestros pensamientos, estos no siempre se verán concretados, e
incluso podrían ser criticados y menospreciados.
El amor puede
ser en las palabras escritas, lo mejor, pero en el momento en que volteamos la
mirada hacia la persona amada, puede ser un gran balde de agua fría. El
recordar todas las veces en la que nos enamoramos y sufrimos el peso de la
decepción puede atormentarnos día a día.
Yo igual que
muchas personas, en los días pasados, pensaba que encontrar el amor, era lo más
maravilloso que podría pasarme. Estuve mucho tiempo esperando a la persona
correcta. Cuando al fin la espera me había desesperado, llegó él… Ese hombre
con cara despreocupada y mirada solitaria. Ese hombre que tenía una afición por
ser visto como sombrío. Me enamoré de él. Fue un amor silencioso, que se metió
sigilosamente, mientras contemplaba esos ojos tímidos y esas manos temblorosas.
Él en sus
momentos de mayor alegría me mostró miles de colores y de nuevos paisajes. Me
dio una nueva mirada a aquel mundo que creía conocer. Los dos nos balanceamos en
la corriente de nuestro amor. Este no es un amor arrasador y bestial. Es esa
clase de amor, que nace de dos personas que mutuamente se admiran y respetan.
Qué es lo que el admira de mí, es algo que no puedo decir. Aún cuando pueda describir claramente lo que
yo admiro en él. Ese hombre sin ningún esfuerzo se volvió especial en mi vida.
El recuerdo de las miradas que compartimos, las platicas ocasionales y la gran
confianza que me brinda, es algo que no puedo dejar ir. El saber que en los instantes de mayor
tristeza él está conmigo, es algo que me hace feliz, pero también me llena de
gran preocupación.
Él se merece a
alguien mejor, a alguien que pueda darle la mano y sostenerlo. Yo simplemente
soy un escritor de sueños y de mentiras creíbles. Ese joven que se une a mi
soledad, aún cuando se desborde de
sonrisas. Aún así la melancolía no puede
desaparecer de sus ojos. Cada vez que lo veo, me doy cuenta que yo, lo único
que hago es atarlo a mi caída. Tener esta clase de pensamientos no parece ser
una buena señal. El mirar a la persona amada y sentirte inferior no debería ser
algo que un amante padezca.
Los días se van
mezclando en una clase de tenebrosa pesadilla. El contemplar el negro profundo
de sus ojos, es lo que me hace seguir adelante. El poder retratarlo en mis
cuartillas es lo que hace que pueda continuar escribiendo.
El amor entre
dos personas no es una cosa sencilla. Él y yo, dos hombres que se han conocido
mutuamente, que se comprenden. Tener miedo a la huida de la persona amada, pero
también tener miedo a que permanezca y contemple tu destrucción, es un dilema
que no puedo soportar. No quiero que llegue el día en que me dé cuenta que por
mí, él sufre y se atormenta. El pedir su ayuda me hace sentir un ser
despreciable.
¿Cómo luchar
contra nuestras inseguridades?, ¿el ser egoísta puede ser una buena cualidad en
el amor?
La vida en el
momento en que se ve llena de rutina, se va también llenando de preguntas
innecesarias. No hay duda de que lo amo. Que él con su pensamiento me
complementa y me hace sentir agradecido. Pero el no saber si eso también lo
hace a él feliz es un sentimiento que no puede ser definido.
Mi meta es poder
plasmar mi amor en una palabra precisa, que él sienta, con cada sílaba que lea.
Esa persona me hace escribir palabras de alegría, de agradecimiento, que siempre después de una lectura de sus ojos
negros, esas mentiras se transforman en algo hermoso, por el simple hecho de
que aquellas palabras me unen más a él.
Yo escribo para él.
Para no olvidar esté amor inestable y tranquilo que me atormenta. Que me hace
sentir esa alegría pasajera, que permanece en la memoria.
Sarasvati
No hay comentarios:
Publicar un comentario