Desesperación
No es nueva la recomendación. Desde hace tiempo se promulga. Los
jóvenes necesitan algo en qué creer. Más importante aún, necesitamos fe.
Necesitamos creer que algo bueno vendrá aunque no sepamos ni cuándo, ni cómo.
El problema es que nadie quiere vivir con tal ignominia, atados a una herida
que jamás sanará. Es mejor seguir lo que se puede comprobar, ver, palpar. La
ciencia ofrece todo esto. No se va a obscuras, se sabe a dónde se llegará. Este
conocimiento nos mantiene pasivos, no en paz que no es lo mismo. Sabiendo las
opciones (sólo una) no hay de qué preocuparse. Algún día tendremos todo lo que
hemos deseado. El deseo de vivir bien que descanse, ya la ciencia nos conduce
al letargo más placentero. Por esto la fe es un estorbo. Nos obliga a estar en
vilo, expectantes de algo venidero que no podemos controlar. El poder total es
lo más anhelado. Pero hay que notar bien que así, sólo uno será el más
poderoso, el único, como en la historia de Screwtape.
La fe no nos da poder,
antes bien aceptamos nuestras limitaciones. Que se flagele quien quiera, pero
después de ver que del dolor no se aprende nada, que no se queje. No. Que goce
de su vida, de lo que puede controlar, de su cuerpo. Algunas veces nos
hastiaremos de todo esto, pero al ver cómo sí vamos dominando todo, el deseo de
poder nos tranquilizará. Por eso la fe nos hace sombra. Pues si quiero ser
poderoso y gozar, en qué me ayuda saber que hago mal. Ya sé que soy malo, pero
no quiero ser perdonado, que eso sería aceptar que me he equivocado. El orgullo
de ser el más poderoso, de conseguir todo el poder, impide que uno se detenga
en el arrepentimiento. ¿Quién quiere ser perdonado?
Sólo busca el perdón el
hombre que desea vivir en paz con el hombre. La fe es el regalo que nos deja
ver esto. El perdón, la paz. La promesa moderna nos hace ciegos ante tal
cuestión. Ciegos y fúricos jamás nos satisfaremos, pues no veremos el fin
para el que fuimos creados, sino el que nosotros tercamente buscamos. Sólo
así, sin fe, la vida es un pesar sin fin.
Javel
Amor
Dulce herida que una vez fue abierta jamás sanará.
Cada vez que intentamos cerrarla (engaño consabido
–como secreto a voces) se va extendiendo más.
No sé qué tan profundo va, pero aún me deja respirar.
Me azota cuando respiro, pero me eleva cuando suspiro.
A veces me quiero alejar (mentira –soy yo quien se acerca más)
¡pero su voz, su piel, su corazón me quitan tanto lo mortal!
¿Será que amar es la única verdad?
Porque sólo amando siento que soy hombre de verdad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario