Presentación

Presentación

lunes, 14 de marzo de 2016

Primera lección

LA CEGUERA DEL TALLER

Primera lección
        
El discípulo decide escuchar atentamente la lección:


“Este mundo, este teatro de orgullo y de error, está lleno de infortunados que hablan de dicha”. A esta frase yo preferiría rematarla con: “de una falsa esperanza”. Para quien dice, ante las diversas miserias del mundo, que todo está bien, o en su defecto, todo estará mejor, queriendo mostrar que bajo la esperanza viviremos mejor, poco sabe de la realidad humana y nada de la caridad. Pretenden cubrirse los ojos con una venda de seda para no herirse de la constante miseria y pesadez de nuestra condición. No se quiera evadir el sufrimiento apelando a la esperanza disfrazándola con el todo estará bien algún día, porque a los sufrimientos no se les evade ni se los ignora y, además, caminan con el hombre como su sombra durante toda su vida. Porque ese día, mientras el hombre respire y pise esta tierra, jamás llegará.


EL ARCA DE LO IMPOSIBLE

Reencuentro

El día era como cualquier otro: nuevos rostros, misma ruta. Pero, sea por el azar o el destino, no lo sé, ese día no podía ser cualquiera. Te vi, después de tan largo tiempo, y permanecí helado por el impacto. Fue como haber visto una estrella fugaz, pues lo creí un sueño que pronto se desvanecería para desparecer al momento siguiente. Nada fue planeado y, sea porque así lo quiso Dios o alguna causa humana, te volví a ver tan hermosa y radiante como la primera vez. El rojo de tu suéter hacía ritmo con el rojo de tus labios; tu cabello, liso y fresco, con tus ojos tímidos y tiernos. ¿Puede un hombre describir la dicha del primer amor?, ¿Puedo, con estas mis manos impuras, describir tu belleza? Me fuiste como el agua para el sediento; como la luz en mis tinieblas; como el día a la noche.

Y se acercó. Acelerando mi corazón mientras era presa fácil del rubor, te acercaste a un ave que ya no podía volar para escaparse, pues ya te anhelaba desde hace mucho y, al aparecerte como luna llena, opacaste todas las demás estrellas que cubren el cielo. Y así, no dude en hablarte, porque mi corazón no se perdonaría, jamás, el perderte por segunda vez.


Aurelius

No hay comentarios:

Publicar un comentario